viernes, 18 de marzo de 2011

Mis "127 Horas"

Advertencia: si no has visto el filme de “127 horas” será mejor que no leas esta loca entrada, no quisiera arruinarte la película y mucho menos el final.


Al final de una carrera se llega a un punto de incertidumbre y temor hacia los desconocido, lo que ya no existe como predeterminado, supongo que ese es un elemento para que el escuchar sólo la temática de la elaboración de la tesis y titulación sea como toparse con pared y no saber hacia dónde ir, qué hacer y cómo hacerlo, qué arriesgar y a qué nos vamos a enfrentar.

El título de esta entrada la denominé “Mis 127 horas” por que el fin de semana pasado vi esta película y de alguna manera comprendí esa desesperación en la que el protagonista siente al encontrarse atrapado entre rocas, en la soledad del mundo y teniéndose sólo a él para su propio rescate. Dicha película la asocie un poco con mi propia vida (no tiene nada que ver con que vaya a subir una montaña y me ampute un brazo), debido a que el filme comienza con ese recorrido divertido que hace el protagonista hacia un lugar poco explorado que conoce sólo por mapas y que sin embargo, está muy feliz de hacerlo, preparado para la aventura. En ese caso yo me sentía así (supongo que muchos de ustedes también se sintieron de ese modo). Todo el camino en nuestra vida estaba predeterminado: primero el Kínder, seguido por la Primaria, Secundaria, pasando por la Preparatoria y al final la Universidad, conocíamos el camino (era nuestro mapa), pero no sabíamos con qué o con quiénes nos íbamos a encontrar, aún así no teníamos miedo y de hecho estábamos dispuestos a enfrentarlo.

Pero mi prueba de fuego fue cuando al decidir una carrera pudo haber sido errónea. Tal y como el montañista su gran error fue no avisar a nadie a donde iba. Con mis pocas herramientas buenas o malas  de toda mi preparación anterior me enfrente a la carrera, a mis propias decisiones, es decir, a mi propio Blue John Canyon (lo desconocido). A lo largo de más de tres años recorrí esa carrera, pero nunca creí que hubiera un mal que me hiciera sentir caer y caer por un túnel y al final quedar atrapada entre la espada y la pared (en el caso de Aaron Ralston: entre la espada y la roca). Esa caída fue a consecuencia de esa confianza, de ignorar o pretender ignorar lo que después tendría que enfrentar y que hoy en día es algo de que me arrepiento de no haber arreglado. Por lo tanto, he de confesar que me siento atrapada en un callejón sin salida, yo y mi propia roca de decisiones (buenas y malas).

Mi propia roca de decisiones se traduce en: idiomas (sobre todo), servicio social y tesis. Las pocas herramientas que tengo para hacer frente a todo lo que se me viene encima, puede que no sean suficientes, y provoquen una frustración tan grande como tener atrapado tu antebrazo en una roca en medio del desierto con sólo una navaja hecha en China y sin filo. Pero aunque sólo se tenga una navaja sin filo, una botella con poca agua, una lámpara, un reloj, y tu propio conocimiento para tu rescate, no hay que derrumbarse y perseverar, buscar salidas utilizando al máximo nuestras herramientas por insuficientes que sean, pero el secreto de todo esto es nunca dejarse vencer y buscar la manera de rescatarse a uno mismo, tal y como se dice: “somos el resultado de nuestras propias decisiones”.

Es así como me arme de valor y al estar frente a los últimos semestres de la carrera, donde se toman las mayores decisiones como el tema de tesis, en dónde se va a hacer el servicio social y cómo le vas a hacer para liberar dos idiomas. Realice una introspectiva, revisando cuáles son mis herramientas, qué puedo usar y qué no, así como en qué momento usarlas, no desesperarme e ir paso a paso, tomar nuevas decisiones y no temer su resultado.

Tal y como Aaron Ralston eligió amputarse un brazo por que sino nunca podría salir de ese cañón con vida, yo elegí comenzar con la tesis, enfrentar ese trabajo y seguir mi camino aunque sea desconocido. El ir haciéndome fuerte y comenzar con el tema de tesis, el ya tener claro cuál es éste, y saber que me gusta, es un alivio que me puso muy contenta el martes pasado. He cumplido con mis primeras 127 horas, atrapada entre lo desconocido, mis decisiones y mis aspiraciones, ahora sólo queda enfrentar lo que sigue, terminar y llegar a la meta, y nuca dejar de hacer lo que a uno le gusta. Aaron nunca se dejo vencer, estando a punto de morir, tomo una decisión que lo sacó de ese cañón, el sólo se rescato aunque salió perdiendo un brazo pero ganando una segunda oportunidad en al vida, y esta fue sólo una prueba y siguió escalando montañas, continuó con lo que le gusta.

De esta manera, me complace contarles que estoy tomando esas decisiones y enfrentaré su resultado, la primera de ellas es tener claro mi tema de tesis, el cual quedo como: “La Transición Democrática: un camino para la integración española a las Comunidades Europeas (1975-1986)”. Ahora mi próximo cañón a explorar es España, y supongo que le seguirá el servicio social, la acreditación del Inglés y otro idioma, posiblemente Francés, se que es un poco tarde en cuanto a  liberar estos requisitos pero cada quien sus circunstancias.

2 comentarios:

  1. no la he visto y aún así la leí. muy buena comparación. espero que tu no pierdas nada en este proceso de titulación. saludos

    ResponderEliminar
  2. jaja no te preocupes Ricardo no pretendo perder nada, pero si se da el caso lo último será la esperanza :D
    Te recomiendo que veas la película, es buena.

    ResponderEliminar