viernes, 5 de noviembre de 2010

Pueblo Mágico...Tepoztlán


Declarado nuevamente Pueblo Mágico, el municipio de Tepoztlán que se encuentra en el Estado de Morelos, es un lugar paradisiaco. Que no esta demás reiterar que entre sus calles y callejones, así como de sus tiendas, tianguis o en su mercado se nota una presencia mágica, una armonía y un esplendor que conjuga varias influencias de culturas, principalmente la típica prehispánica de nuestro México, como también de varias partes del mundo, sobre todo las orientales tales como la cultura Hindú y Árabe.

Este es un lugar turístico que no se debe dejar de visitar, ya que es un espacio que te atrapa entre el folklore de las diferentes artesanías que puedes encontrar en las tiendas y su comida típica, sin olvidar las famosas Tepoznieves que te deleitarán con cada tradicional nieve o con sus exquisitos sabores combinados de las nieves con nombres especialmente temáticos y que posiblemente te reconfortaran como un Beso del Tepozteco, o una Oración del viento, entre muchas más;  así también se puede encontrar  la espiritualidad de los establecimientos con spas y temazcales, etc. Pero lo que no puede fallar es preparar unos buenos tenis, ropa cómoda, una botella de agua y tomar aliento para escalar el famoso Cerro del Tepozteco, que si se es perseverante el esfuerzo te llevará a la Pirámide de dicho lugar, un adoratorio construido en honor al dios del pulque, "Ome Tochtli" –Dos Conejo.

Y ya que se esta tratando un tema cultural, cabe mencionar que el nombre Tepoztlán es de origen náhuatl, proviene de los vocablos Tepoztécatl (divinidad nahua) y tlan (junto a), por lo que su significado es: “en compañía de Tepoztécatl”. Hay quienes afirman que el nombre Tepoztlán también significa "junto al cobre", o “lugar de las piedras quebradas". No obstante, la leyenda sobre este magnifico lugar, rodeado de energía positiva, nos relata lo siguiente:

Leyenda del Tepozteco

Cuenta la tradición oral que una doncella solía bañarse en la barranca de Atongo. Se decía que en las barrancas "dan aires", pero la doncella no lo creyó; y así, al cabo de un mes se supo encinta. La doncella se presentó a sus padres y, avergonzada, les confesó su embarazo. 

   Al nacer el niño, el abuelo hizo varios intentos para deshacerse de él. En una ocasión lo arrojó desde una gran altura contra unas rocas, pero el viento lo depositó en una llanura; en otra ocasión, fue dejado cerca de unos magueyes, pero al poco tiempo las pencas se doblaron hasta llegar a su boca, para darle de beber aguamiel. En otro intento por deshacerse del niño, fue arrojado a hormigas gigantes pero éstas, lejos de picarlo, lo alimentaron.  

   Cuenta también la leyenda que una pareja de ancianos, que descubrió al bebé abandonado, lo adoptaron. Se trataba de Tepoztécatl, posterior patrono de Tepoztlán. 

   Muy cerca del hogar de Tepoztécatl vivía Mazacuatl, una temida serpiente de Xochicalco, a la que los pobladores alimentaban mediante el sacrificio de ancianos. Un día, los mandatarios del pueblo anunciaron al padre adoptivo de Tepoztécatl que debía ser sacrificado a esta serpiente. Tepoztécatl se ofreció a acudir al sacrificio en lugar de su padre. Salió rumbo a Xochicalco, y en el camino fue juntando aiztli, pequeños pedazos filosos de obsidiana, que iba guardando en su morral. Al llegar a Xochicalco se presentó ante Mazacuatl, la enorme serpiente que, de inmediato, lo devoró. 

   Dentro del  vientre de Mazacuatl, Tepoztécatl utilizó los aiztli, y con ellos desgarró las entrañas de la temida serpiente.  
   Durante su viaje de regreso, pasó por una celebración en la que se utilizaban el teponaxtli, especie de tambor,  y chirimía, (flauta). Tepoztécatl deseó  tocar estos instrumentos y, al verse impedido, envió una tormenta que arrojó arena a los ojos de todos. Cuando reaccionaron, el niño había desaparecido con los instrumentos: se oía a los lejos el sonido de ambos. Lo persiguieron y cuando ya lo alcanzaban, se dice que  orinó y formó así la garganta que atraviesa Cuernavaca. 

   Llegó a Tepoztlán y tomó posesión de los cerros más altos. Se posó sobre el cerro Ehecatépetl, y como no podían llegar a él, quisieron derribarlo, cortando la base. Fue así como se formaron los “corredores del aire".  

   Tepoztécatl gozó de amplia consideración en su pueblo natal y fue designado Señor de Tepoztlán y sacerdote del ídolo Ometochtli (Dos Conejo). Pero años después desapareció, no se sabe si murió o se fue a otra parte, pero hay quienes dicen que se fue a vivir junto a la pirámide, para siempre. 

En fin, es altamente recomendable darse una escapada del ajetreo de la ciudad y poder disfrutar de las  maravillas que nos ofrece cada pueblo, lugar o centro turístico de nuestro país, tal como Tepoztlán lo sabe hacer.

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